miércoles, 24 de noviembre de 2010

La Crisis Alimenticia en USA


La epidemia mundial de obesidad tiene su origen en Henry Ford y la línea de ensamblaje. Pero no, no es un asunto solo de hacer menos ejercicio y producir más, es un asunto de logica de producción puesto que la línea de ensamblaje, inventada por Ford, cambió la lógica mundial de la producción y de los negocios en la última parte de la era industrial, e incluso de la comida que comemos.

Para hacer esto más comprensible, vayamos a la historia del monstruo mundial de la comida rápida: Mc Donald, el primer restaurante en aplicar la línea de producción no solo a la elaboración de comida, sino de demandar la elaboración de los insumos baratos para hacer comida. Esto lo entendí mejor viendo el documental Food, Inc. http://www.foodincmovie.com o King Corn http://www.kingcorn.net/. Ocurre que la propuesta de negocios de McDonald para el consumidor ha sido ofrecer comida rápida, apetecible y barata. Lo de comida rápida se obtiene con métodos rápidos de cocción, es decir, sumerge la comida en aceite hirviendo y listo, allí tenemos la comida rápida y grasosa. Y si a la comida le echas algo mas sal o azúcar de lo normal, la haces crocante y le agregas millones de dólares en publicidad, pues acaba siendo más apetecible. Y su para ver publicidad tienes que ver TV, pues allí tienes que acabamos sentados, viendo la televisión auspiciada por la publicidad de la comida rápida, sabrosa y … barata.

Ya tenemos la mitad de la ecuación. Pero lo de la comida “barata” es una historia más compleja, y allí está la madre del cordero, un aspecto no tan evidente de la producción industrial de alimentos que muchos tratan de esconder, porque lo que ocurre es algo que esa comida “barata” acaba intoxicándonos con hormonas, antibióticos, pesticidas, quimos, transmutaciones genéticas y demás menjunjes que se inyectan o introducen a la comida “barata” para que aumente la producción a costa de la salud de los consumidores y del medio ambiente.

Para obtener comida barata, pues hay que hacer algunas cosas. Quizás acelerar el crecimiento de las plantas o animales de los que nos alimentamos, o tal vez eliminar a los enemigos de las plantas y animales de los que nos abastecemos, hacerlos más fuertes y resistentes a las plagas y enfermedades, y en general, buscar procesos productivos industriales que reduzcan el costo y aumente la producción. Y eso que tiene de malo? Pues nada. No hay nada más loable que hacer producir más alimento en menos tiempo. El asunto es como lo haces.

Esto es una cuestión de física, como decía Einstein, “en el universo nada se crea o se destruye, solo se transforma,” y ocurre lo mismo con los costos para producir algo, si ahorro por un lado, al final tengo que trasladar estos costos a otra parte, simplemente no los destruyo, los traslado a donde nadie reclame o los vea, como quien esconde la suciedad debajo de la alfombra. No la ves, pero allí está, y se sigue acumulando.

Estos costos, más conocidos como externalidades, se trasladan al medio ambiente o a la salud del planeta y de la humanidad. Se han dado cuenta el tamaño por lo alto y ancho del americano promedio, no solo sobre alimentado sino hormonizado y fertilizado a través de la comida barata que come, o el incremento en el numero casos de cáncer y la aparición de raros casos de cáncer, quizás promovidos por los químicos que ingresan a nuestro organismo por la comida , el autismo que hasta ahora no tiene explicación pero si correlación con el cambio del patrón alimenticio, y nuevas enfermedades como la gripe porcina que vino de los deshechos de las granjas de cerdo, o la gripe aviar que tiene la misma lógica, es decir virus o bacterias que se hacen más fuertes y que sobrevivieron al ataque de antibióticos que se inocula a los animales de “corral.” Sabían que 15% de la contaminación ambiental en USA proviene del metano de los desechos de dichos animales, y que al final el 80% de lo que come el ganado proviene del maíz fertilizado con químicos, protegidos con pesticidas, inmunizado con ingeniería transgénica, y subvencionado por el gobierno de los Estados Unidos de América gracias a los legisladores promovidos por las mismas empresas que se benefician de los subsidios, amen de las hormonas y antibióticos que le inyectan al ganado, aves de corral y demás animalitos que crecen rápido y gorditos para llegar pronto a nuestras mesas, o mejor dicho a nuestros sándwiches, tacos, pizzas, burritos y demás comidas rápidas que comemos a veces al paso para ahorrar algunos centavos para comprar el TV plasma último modelo y esa silla confortable en la que nos sentamos a comer la tortilla, sándwich, burrito pizza, industrial y cuyos comerciales salen en la TV patrocinando nuestros programas favoritos.

Y hay politicos - como la Palin - que afirma que es una intomisión en el libre albedrio de los ciudadanos americanos, que Michael Obama inicie una campaña para que los niños sean mas activos y coman menos, a pesar que la televisión los bombardea cada diez minutos de las 7.5 horas que pasan viendo TV, para que sigan pegados al televisor y comiendo más comida barata que sale en las propagandas de TV.

Somos el final de la cadena alimenticia, especialmente los aficionados a la comida rápida, sabrosa y barata; y todo este sistema de procesamiento de comida industrial acaba en nosotros. Verdad que ya no nos sentimos tan orgullosos de ser la corona de la creación? No. Nos sentimos tontos, usados y manipulados por los politicos auspiciados por las más o menos cinco compañías de alimentos en USA y sus demas secuaces, que exigen a las miles de granjas que las proveen a producir comida barata, usando los métodos antes indicados, para abastecer esta cadena alimenticia degenerativa.

La solución? Volver a la comida orgánica y natural de nuestros abuelos, es más cara, pero nuestra salud mejorará y nuestras facturas médicas se reducirán, ver menos televisión que nos contamine con cosas que no necesitamos, volver a ser más activos y desempolvar la bicicleta para ir de allí para allá, y dejaremos de ser los tontos útiles que alimentan un sistema inescrupuloso de ganancias de pocos a costa de la pobreza de granjeros endeudados con los requisitos de producción que imponen las empresas procesadoras para consumir sus productos.

La corriente orgánica existe, y hay quienes pronostican su éxito total en veinte años, pero esto depende de un mercado informado y dispuesto a asumir los costos de una vida saludable. Los consumidores somos el mercado y nuestro voto esta en los productos que compramos, no en los políticos comprados. Si en el mundo capitalista el dinero es rey, pues pongamos nuestro dinero en empresas que nos dan alternativas saludables y ecológicas a un mundo enfermo. El voto es nuestro.